Estamos tan acostumbrados a usarlas y tenemos la percepción de que tienen un valor fijo y no otro que es difícil poner en cuestión las constantes que están establecidas y que usamos todos los días al aplicar fórmulas matemáticas. En ciencia, las constantes están en todo tipo de fórmulas. Ejemplos de constantes, en el Sistema Internacional de Unidades, son la velocidad de la luz, c = (299.792.458), la constante newtoniana de la gravitación, G = 6.67·10^-11 o de la masa del electrón, m_e = 9,10938188·10^-31. Hemos ido midiendo cada vez con más exactitud sus valores pero debe tenerse en cuenta que ni una de las constantes se ha predicho ni explicado. No se sabe en absoluto por qué toman sus valores numéricos concretos. Además, estos números no siguen ningún patrón perceptible. Pero aunque numéricamente sean diferentes tienen algo en común: basta que fueran un poco distintas para que no hubiera estructuras complejas hechas de átomos; no existiríamos. Las preguntas surgen solas, ¿son las constantes, constantes? ¿Han tenido el mismo valor en distintas épocas del universo? ¿Pueden existir universos con distintas constantes?

En los últimos años no sólo no se han aclarado la naturaleza de las constantes, sino que ha crecido aún más la confusión. La teoría que parece acercarse en estos momentos a una “teoría del todo” es la variante de la teoría de cuerdas llamada “teoría M”. Esta teoría sólo es autocoherente si el universo tiene más de cuatro dimensiones de espacio y de tiempo: siete dimensiones más. De ahí se sigue que las constantes que observamos no pueden ser las verdaderamente fundamentales. Estas corresponderían al espacio completo de más dimensiones. Sólo estaríamos viendo sus “sombras” tridimensionales. Mientras, se ha comprendido que los valores de muchas de las constantes quizá se deban al mero azar, a que los adquiriesen en sucesos y procesos de partículas elementales aleatorios durante los primeros momentos del universo. La teoría de cuerdas permite un número enorme -10⁵⁰⁰– de “mundos posibles” con diversos conjuntos de leyes y de constantes.

La única explicación de muchas de nuestras constantes numéricas estribaría en que constituyeran una rara combinación que permitiera que la conciencia se desarrollase. Nuestro universo observable podría ser uno de los de muchos oasis aislados entre infinidades donde, al reinar fuerzas de la naturaleza diferentes, partículas como electrones, o estructuras como átomos de carbono y moléculas de ADN podrían resultar imposibles.

En 1916 Arnold Sommerfeld, pionero en la aplicación de la física cuántica, introdujo una constante ?, llamada “constante de estructura fina”, la cual, era una relación entre la carga del electrón, la constante dieléctrica en el vacío, la constante de Planck y la velocidad de la luz. Si ? tuviera un valor distinto, todo tipo de características vitales del mundo que nos rodea cambiaría. Pero al parecer, sorprendiéndose l@s mism@s científic@s, la constante de estructura fina tiene que haber permanecido constante durante ciertos periodos de la historia cósmica y haber aumentado en otros. L@s científic@s, creen o imaginan, que nuestro universo observable es una pequeña parte de un universo inmerso en un multiverso. En otras partes la constante de la estructura fina podría tener un valor diferente.

Las constantes siguen fascinándonos y preguntarse si las constantes son constantes es el primer paso que conduce a una apreciación más profunda de la naturaleza de las cosas.

Fuente: Investigación y ciencia. Tema 51. El tiempo.