Los cuerpos más notables del cielo.

Por • 11 Oct, 2008 • Sección: Hablar de Ciencia, Textos Originales

Aunque la pregunta más común que se le hace a un científico es ¿y esto para qué sirve? siempre debemos tener en cuenta que ésa es la última pregunta que el científico debe hacerse. Como bien dice Manuel Toharia en sus conferencias lo importante es preguntarse cómo y por qué son las cosas como son aunque posteriormente las respuestas no tengan una utilidad práctica.

Aunque antes de Manuel Toharia ya había otros como es el caso de Maxwell que, aún afirmando que eran inútiles algunos descubrimientos científicos, no dejaba de sorprenderse de la belleza de los mismos. Claro que el mismo Maxwell no pudo ni siquiera imaginar la repercusión que tendrían sus descubrimientos en electromagnetismo, los cuales consideraba mucho más inútiles de lo que posteriormente fueron. Y es que gran parte de la economía mundial se basa en los inventos que hizo posible el físico del siglo XIX James Clerk Maxwell, padre del electromagnetismo y pionero de la termodinámica. Poco beneficio económico, en cambio, han aportado los anillos de Saturno, otro de sus temas de investigación favoritos. No por eso han dejado de cautivar. Decía en el trabajo con el que ganó el premio además de 1857:

«Hay algunos problemas en astronomía hacia los que nos sentimos atraídos…por su peculiaridad…más que por las ventajas directas que su solución pudiera aportar a la humanidad…Que yo sepa, no ha habido ningún uso práctico de los anillos de Saturno…pero cuando los contemplamos desde un punto de vista meramente científico se convierten en los cuerpos más notables del cielo, exceptuando, quizás, esos otros cuerpos aún más «inútiles», las galaxias espirales…Pero en cuanto de verdad hemos visto ese arco enorme doblarse sobre le ecuador del planeta sin que se perciba conexión alguna, no podemos apaciguar ya la mente. Siglo y medio más tarde los anillos de Saturno siguen siendo un símbolo de todo lo exótico y maravillosos que hay en el universo. Mejores observaciones no han sino multiplicado su belleza. Hasta tal punto han cambiado los descubrimientos de los últimos veinte años nuestro conocimiento de ellos, que se puede decir que nos han revelado un sistema de anillos nuevo, mucho más complejo e interesante, además, de lo que la teoría, las observaciones o la imaginación nos habían hecho esperar.»

Y es que la ciencia, más allá de la utilidad directa para nuestro bienestar, nos descubre la belleza que el universo esconde y que nos alimenta el alma (sea lo que sea eso que llamamos alma). Muchos científicos se dieron cuenta hace mucho tiempo e impulsaron a la ciencia a límites insospechados.

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