Inteligencia colectiva en el aula.
Por Lorenzo Hernández • 31 May, 2010 • Sección: Enseñanza, Hablar de CienciaLa inteligencia colectiva, o inteligencia de grupo, es una forma de inteligencia que surge de la colaboración y concurso de muchos individuos.
Ejemplos claros son el porcentaje de aciertos en el programa ¿Quieres ser millonario?: usando el comodín la llamada telefónica, aunque tiene la ventaja de llamar a un experto o a alguien que tiene un rápido acceso a la información, el porcentaje de acierto es del 65%; mientras, si se le pregunta al público, que son personas variopintas que han ido a divertirse un rato, el porcentaje de acierto asciende a un 90%. Cuando se les pregunta a las personas qué votará el conjunto del país, en vez de qué van a votar ellos, las predicciones del colectivo, en algunos experimentos realizados, son mejores que la clásica encuestas a pie de urna.
Hoy mismo, he realizado en clase dos experimentos clásicos de inteligencia colectiva.
El primero.
Ha consistido en intentra estimar cuantos chicles había en un bolsa (de esas pequeñitas y transparentes); Os dejo los datos y luego haré un breve y sencillo análisis.
Tiempo de observación de la bolsa: 10 segundos como máximo.
Muestra: 27 alumnos (una muestra baja, hay que decirlo).
Número de chicles en la bolsa: 50.
Resultados individuales de los alumnos (de mayor a menor): 55, 50, 45,40, 40, 36, 35, 35, 35, 33, 30, 30, 30, 30, 30, 30, 30, 30, 30, 28, 25, 24, 24, 22, 20, 20 y 20.
Media: 31,7. Aproximando: 32
Hay que decir que ha salido bastante lejos del dato real.
Pero dividamos los datos en dos grupos, los que han contestado menos de 32 y los que han contestado más de 32:
Más de 32 (más cerca del dato real): 10 alumnos
Menos de 32 (más lejos del dato real): 17 alumnos.
Es decir, el valor medio se acerca más al valor real que la mayoría de las respuestas individuales. Para casi el doble de alumnos, elegir la decisión tomada por el grupo hubiera sido mejor que quedarse con la suya propia.
El segundo.
Todos hemos experimentado alguna vez esa sensación desagradable al escuchar a una persona que canta mal, yo mismo, cantando en solitario. En cambio, esa misma persona cantando junto a 20 persona más pasa desapercibida y el grupo suele cantar, al menos, mejor que dicha persona. El segundo experimento ha consistido sencillamente en cantar una canción elegida por los alumnos de forma individual y luego en colectivo.
La canción elegida.
Tengo una muñeca
vestida de azul
con su camisita
y su canesú.
Ellos mismos han podido comprobar el resultado.
Todo esto ocurre porque, tanto en los chicles como en las canciones, los errores por defecto y exceso se anulan (los que cantan bien anulan a los que cantan mal), acercándose más al dato real. y mejorando el resultado. Además, tiene otra ventaja, que si hay un fallo en el individuo, se le olvida la letra, por ejemplo, el resultado final es prácticamente el mismo.
Una forma divertida y entretenida de enseñar a los alumnos la importancia y la ventaja del trabajo en grupo así como la solución de problemas y la toma de decisiones de forma colectiva. Quizá una clase de estas le haría falta a los políticos de hoy (y a Cristiano Ronaldo, para que pase más el balón).
Por cierto, estas ideas las he sacado de la sección «los sonidos de la ciencia», que por desgracia desapareció de la radio hace algunos años.
