Lo hice y lo aprendí…pero aprendí lo que ya sabía. Adaptación del dicho de Confucio a la Enseñanza de la Ciencia.
Por Lorenzo Hernández • 5 Nov, 2012 • Sección: EnseñanzaMe lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí…pero aprendí lo que ya sabía.
Es el famoso dicho que se le atribuye al filósofo chino Confucio, pero adaptado a las enseñanza de las ciencias. Neus Sanmartí, doctora en Ciencias Químicas (Didáctica de la Química) por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y catedrática emérita de Universidad, cita a Rosalind Driver (1985), profesora de Educación en el Centre for Studies in Science and Mathematics Education de la universidad de Leeds, en el documento “Enseñar y aprender Ciencias Algunas reflexiones. Neus Sanmartí” para reflejar que la experimentación en la enseñanza de las ciencias es importante pero no sirve por sí sola.
Los profesores optamos a veces por contar la ciencia (las típicas clases magistrales) y, por tanto, según el dicho, el alumnado olvidará; en ocasiones realizamos demostraciones visuales (lo que se llama experiencia de cátedra, hechas sólo por el profesor/a), por lo que quizá el alumnado pueda entender; y en otras ocasiones, por desgracia menos comunes, organizamos una actividad para que el alumnado experimente (casi siempre se reduce a las prácticas de laboratorio), por lo que, según el dicho, aprenderán. Pero esto es un error.
Según Sanmartí, “cuando se observa se ven las características que ya se conocen y/o que permiten reafirmar la propia explicación o concepción previa. Los individuos, a través de la experimentación acostumbran a validar sus propias teorías o puntos de vista, más que descubrir otras.”
¿Cuál es, entonces, el papel de la experimentación en el aprendizaje científico?
Sanmartí no pone en duda “la relevancia de la actividad manipulativa, de las experimentaciones, de las vivencias personales, en el proceso de apropiación de la cultura científica. Las teorías sólo tienen sentido cuando explican hechos, y estos hechos deben conocerse. Pero, además, las experiencias personales son unos de los motores de la construcción de las ideas, aunque sean alternativas.
[pullquote]Para aprender ciencias, se deben enseñar otras maneras de mirar[/pullquote]En el transcurso de la actividad manipulativa, los sentidos captan un conjunto de informaciones que el cerebro selecciona y almacena. Por ejemplo, no hay duda de que la experiencia cotidiana nos lleva a relacionar temperaturas altas con la proximidad de una fuente de calor. O a saber que para mover un objeto se necesita ejercer una fuerza. O que, para que una planta crezca se necesita agua y abono. La actividad podría haber proporcionado otras informaciones, pero el cerebro solamente ha seleccionado aquellas que ha considerado importantes. Por ejemplo, no se acostumbra a ver que no sólo es importante estar cerca de una fuente de calor para calentarse, sino que también depende de la dirección en que llegan las radiaciones caloríficas, o que cuando un objeto se mueve por una superficie muy lisa casi no se necesita aplicarle ninguna fuerza para que continúe moviéndose, o que el aire también puede ser una variable importante para conseguir que las plantas crezcan. Muchas de las concepciones alternativas se explican en función del establecimiento de analogías, no siempre adecuadas, entre vivencias cotidianas. Es este hecho el que hace afirmar a Arcá et al. (1990) que, para aprender ciencias, se deben enseñar otras maneras de mirar
Por ello, en el contexto escolar de aprendizaje, las actividades prácticas no tienen por qué tener la función exclusiva de recoger datos, sino muy especialmente la de ver con nuevos ojos aquello aparentemente conocido. Es decir, es necesario que a través de la actividad experimental, los estudiantes identifiquen nuevas variables que antes no han tenido en cuenta, nuevas interrelaciones o regularidades, etc., y que tomen conciencia de los cambios en su forma de percibir el fenómeno objeto de estudio.”
