La esposa de Darwin.
Por Lorenzo Hernández • 13 Feb, 2009 • Sección: Breves Historias, El año de DarwinEs de sobra conocido el conflicto entre la Iglesia y Darwin. En una de las frecuentes visitas al Museo Británico cierto hombre de Iglesia de la época tachó al científico de «el hombre más peligroso de Inglaterra». Refiriéndose a este tipo de personas, Darwin escribía a Joseph Hooker: «Puede que no tenga la intención de quemarme vivo, pero es evidente que ha preparado leña».
En realidad, el conflicto más grave no estalló de los teólogos, sino entre los científicos, e incluso en el círculo más cercano al propio Darwin, el de los amigos, los partidarios e incluso los parientes. Su esposa, Emma, por quién sentía un profundo amor a pesar de haberse casado más por inercia que por otra cosa, no pudo aceptar nunca las ideas de su marido. Ella creía y practicaba el ritual de la Iglesia unitaria (pese a ser oficialmente anglicana) y no podía aceptar nada contrario a la Revelación porque, como escribió a Darwin en una de las dos cartas que después de la boda le animaron a aclarar cosas: «Renunciar a la Revelación supone arriesgarse a perder lo que se hizo por tu bien y por el de toda la humanidad». Por tanto, la señora de Darwin no fue nunca darwiniana. Al comentar la inminente publicación del origen del hombre, escribía a su hija Henriette: «Creo que será una obra muy interesante, pero no me gustará porque se aparta aún más de Dios». El deseo de no herir los sentimientos religiosos de su esposa impidió a Darwin manifestar en público su profundo agnosticismo. Por la misma razón se negó a que Marx le dedicara una parte de El capital. En la carta de respuesta, que se conserva en el Instituto Marx-Engels de Moscú, Darwin dice: «Tal vez estoy demasiado influido por el malestar que podría causar a ciertos miembros de mi familia si diera mi apoyo a determinados ataques directos contra la religión».
Curiosamente entre los darwinianos de primera hora hubo un cura anglicano, Henry Baker Tristram, excelente ornitólogo especializado en el estudio de las alondras y los pájaros moscones del Sáhara. Tristram se hizo darwiniano en 1858, al leer el primer ensayo breve de Darwin en las actas de la Linnean Society, pero es evidente que entonces no comprendió las implicaciones de la teoría. Sin embargo, nada más publicarse El origen de las especies, Tristram estuvo presente en el congreso celebrado en Oxford el 30 de junio de 1860 por la British Association for the Advancement os Sciencie, donde el obispo anglicano Samuel Wilberforce hizo un famosos alegato contra el darwinismo.
Fuente: El genio incomprendido. Federico di Trocchio. Alianza Editorial.

esta bien tambien se puede complementar con una pequeña informacion mas
aki o viene nada de la esposa de darwi
esse escrito nada ke ver ai 🙂