Incendios, leche en polvo y geometría básica.

Por • 29 Jun, 2013 • Sección: Ciencia cotidiana

Empieza la temporada de incendios y, como se suele decir, los incendios se apagan en invierno no en verano. Con esto se quiere indicar que la limpieza de los bosques durante todo el año es fundamental para evitar muchos incendios en verano o para que se propaguen lo menos posible. Y es que el polvo es letal para los incendios. No solo en los bosques sino en almacenes abandonados, bajo las gradas de un campo de fútbol, etc. El motivo por el que es tan peligroso es pura geometría, geometría muy básica.

Supongamos un cuadrado de lado 4 cm. La superficie de dicho cuadrado será 4×4 = 16 cm2. Es decir, podemos dividir el cuadrado en 16 cuadrados más pequeños de 1 cm de lado. La superficie no cambia pero la longitud de los lados expuestos al exterior sí. En el primer caso la longitud de los bordes es de 4×4 = 16 cm. Pero en el segundo caso cada cuadrado tiene un perímetro de 4 cm y por lo que al haber 16 cuadrados el perímetro total será de 4×16 cm = 64 cm.

Si hacemos esto con un cubo, entonces tendremos seis caras de 4 cm x 4 cm, y cada cara tendrá un área de 16 cm2, con lo que la superficie total del gran cubo será de 6 x 16 cm2 = 96 cm2. Sin embargo, si cortamos el gran cubo en 64 cubos más pequeños, cada uno de 1 cm x 1 cm x 1 cm, el volumen total seguirá siendo el mismo, pero la superficie total de los cubos (cada uno con seis de 1 cm x 1 cm) habrá aumentado hasta 64 x 6 x 1 cm = 384 cm2.

Está claro que si se descompone algo en trozo pequeños, la superficie total que poseen esos fragmentos crece enormemente a medida que se hacen más y más pequeños.

Y los pedacitos pequeños son tan peligrosos porque el fuego se alimenta de superficies porque es en ellas donde el material combustible puede hacer contacto con el oxígeno del aire que necesita para mantenerse. Ésa es la razón por la que queremos prender una hoguera cortamos el papel en trocitos. Un bloque sólido de material (un tronco, por ejemplo) se consume con bastante lentitud debido a que la parte que está en contacto directo con el aire que lo rodea es reducida y es en esa frontera con el aire donde se produce la combustión. Si ese mismo bloque se descompone en montones de fragmentos (astillas) y se convierte en polvo, la superficie en contacto con el aire se multiplica extraordinariamente y la combustión se produce por todas partes, propagándose de un fragmento de polvo a otro.

Así pues, en general, una gran cantidad de cosas pequeñas constituyen un peligro de incendio mayor que una única cosa más grande del mismo volumen y composición material. Cuantas más hojas, astillas o serrín haya en el suelo de los bosques mayor probabilidad de incendio y más rápidamente se propaga.

Se puede hacer un peligroso experimento con una pizca de leche en polvo, harina o serrín sobre una llama pequeña y podremos comprobar cómo se puede producir una llamarada espectacular de varios metros.

Para no hacer este peligroso experimento, mejor verlo en el siguiente enlace (pinchar en la imagen para ir al enlace):

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