La piedra azul.
Por Lorenzo Hernández • 4 Nov, 2008 • Sección: Hablar de Ciencia
La siguiente historia, que encuentro en el libro de Eduardo Galeano «Patas arriba. La escuela del mundo al revés», es un ejemplo realmente estremecedor de cómo la analfabetización científica y el poco control de los elementos radiactivos nos puede llevar a desastres humanas. En una segunda lectura nos percatamos de que, al igual que describe el mismo Eduardo Galeano en su otro maravilloso libro «El libro de los abrazos» la televisión nos enseña la realidad que nos quiere enseñar: «La televisión ¿muestra lo que ocurre? En nuestros países, la televisión muestra lo que ella quiere que ocurra; y nada ocurre si la televisión no lo muestra. La televisión, esa última luz que te salva de la soledad y de la noche, es la realidad. Porque la vida es un espectáculo: a los que se portan bien, el sistema les promete un cómodo asiento.»
La piedra azul.
«Ciudad de Goiania, Brasil, septiembre de 1987: dos juntapapeles encuentran un tubo de metal tirado en un terreno baldío. Lo rompen a martillazos, descubren una piedra de luz azul. La piedra mágica transpira luz, azulea el aire y da fulgor a todo lo que toca. Los juntapapeles parten esa piedra de luz. Regalan los pedacitos a sus vecinos. Quien se frota la piel, brilla en la noche. Todo el barrio es una lámpara. El pobrerío, súbitamente rico de luz, está de fiesta.
Al día siguiente, los juntapapeles vomitan. Han comido mango con coco: ¿Será por eso? Pero todo el barrio vomita, y todos se hinchan, y arden. La luz azul quema y devora y mata; y se disemina llevada por el viento, la lluvia, las moscas y los pájaros.
Fue una de las mayores catastróficas nucleares de la historia. Muchos murieron, y muchos más quedaron por siempre jodidos. En aquel bario de los suburbios de Goiania nadie sabía qué significaba la palabra radioactividad, y nadie había oído jamás hablar del cesio 137. Chernobyl resuena cada día en las orejas del mundo. De Goiania, nunca más se supo. En 1992, Cuba recibió a los niños enfermos de Goiania, y les dio tratamiento médico gratuito. Tampoco este hecho tuvo la menor repercusión, a pesar de que las fábricas universales de opinión pública siempre están, como se sabe, muy preocupada por Cuba.
Un mes después de la tragedia, el jefe de la policía federal en Goiás declaró:
-La situación es absurda. No existe ningún responsable por el control de la radioactividad que se usa con fines medicinales.»

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