Nuestra vida también depende de la energía oscura.
Por Lorenzo Hernández • 22 Ago, 2010 • Sección: Hablar de CienciaSuele ser un ejercicio interesante nombrar todos aquellos factores que hacen que podamos estar vivos: tener un excelente emplazamiento en el sistema solar y en la Vía Láctea; habitar en un planeta adecuado; tener la influencia estabilizadora de la Luna; que hubieran desaparecido los dinosaurios; la existencia de una atmósfera adecuada; el campo electromagnético que nos protege del viento solar…En fin, que todos los acontecimientos desde que comenzó el Universo fueran los adecuados para llegar hasta nosotros. Como dice el principio antrópico: El mundo es necesariamente como es porque hay seres humanos que se preguntan por qué es así.
Pero parece que hay otra variable más que es necesaria para que el universo sea como es: la energía oscura.
La energía oscura es una forma hipotética de materia que estaría presente en todo el espacio, produciendo una presión negativa y que tiende a incrementar la aceleración de la expansión del Universo, resultando en una fuerza gravitacional repulsiva.
La aceleración de la expansión universal se detectó en 1998 pero, curiosamente, la cantidad de energía de vacío a la que se debe la aceleración es mucho menor de lo que debiera. Si juntamos los valores medios de otras constantes de la naturaleza-la velocidad de la luz, la constante gravitacional de Newton, la constante de Planck de la mecánica cuántica- para predecir el valor que debería tener la energía de vacío, resulta ser unos 10112 ergios por centímetro cúbico, que es un valor muy elevado.
1 ergio = 10-7 julios
En cambio, el valor medido es sólo de unos 10-8 ergios por centímetro cúbico. Hay una diferencia de un factor de 10120 entre dos números que deberían ser más o menos el mismo. Si el valor de la energía oscura fuera mucho mayor del que es, no estaríamos aquí para observarlo. Si la energía de vacío se acercara a su valor “natural” de 10112 ergios por centímetro cúbico, el espacio se aceleraría a una velocidad tan fantástica que los átomos individuales se separarían unos de los otros, por no hablar de los planetas, las estrellas y las galaxias.
Así que, ¿pudiera ser que simplemente hayamos tenido suerte, otra vez?
Fuente consultada: Nuestro lugar en un universo poco natural. Sean Carroll. La ciencia del futuro. Max Brockman, ed. RBA. 2009.
