¿Por qué enseñar a pensar?
Por Lorenzo Hernández • 13 Sep, 2008 • Sección: Enseñanza, Preguntas con Respuesta
Enseñar a pensar, más que el propio contenido, debería de ser el objetivo principal de la enseñanza, ya sea formal o informal. Según Raymond S. Nickerson, psicólogo y profesor del departamento de psicología de la universidad de Tufts, en muchas ocasiones nos preocupamos del «cómo» enseñar o aprender a pensar pero pocas veces nos preguntamos «por qué» es necesario aprender a pensar. Todo el mundo piensa, no puede dejar de hacerlo, «pienso, luego existo» pero también «existo, luego pienso».
Lo que realmente hay que enseñar y aprender no es como pensar en un sentido absoluto, sino como pensar más efectivamente. No hay nada más estimulante, excepto las preguntas sin respuesta, que una pregunta con múltiples respuestas.
Nickerson propone varias posibles propuestas. Una posible respuesta es que así estaremos equipados para competir efectivamente en oportunidades educacionales, trabajos, reconocimientos y recompensas en el mundo actual. Pero ¿cuál es la evidencia de que buenos pensadores consiguen mejores empleos y más éxito en general, que pensadores menos buenos?
Una segunda respuesta posible es pensar más efectivamente es un pre-requisito para la buena ciudadanía. Aunque puede haber diferencias de opinión, de tiempo en tiempo, de lo que constituye una buena ciudadanía. Pensar no siempre es provechoso para la sociedad, ni contribuye siempre a la paz y tranquilidad. Como ejemplo se puede señalar la reacción de la opinión pública americana para el pensamiento independiente de los jóvenes de 1960 y 1970, con una evidencia de que el pensamiento independiente, algunas veces, puede ser menos valorado que el reconocimiento. O basta recordar como trataron los atenienses a sus más grandes pensadores durante los días dorados de Grecia.
Una tercera posible respuesta es que la habilidad de pensar bien contribuye a que uno se sienta bien psicológicamente hablando. Aunque a lo largo de la historia se pueden dar numerosos ejemplos de grandes pensadores cuyas reflexiones los llevaron al borde del desastre.
Una cuarta respuesta es que no nos conviene no hacerlo. Tal vez el aspecto más frustrante y atemorizante de la situación mundial es la posibilidad de que el principal impedimento para el progreso es el irracional comportamiento humano.
La respuesta que Nickerson encuentra más comprometedora, tiene poco que ver con las ventajas prácticas de ser capaces de pensar bien; sin embrago, tiene mucho que ver con lo que somos o más aún con lo que podemos aspirar a ser. Pensar es el corazón de lo que significa el ser humano. Pensar bien es un propósito a muchos fines, pero es también un fin en si mismo.
Si somos serios acerca de enseñar a pensar, debemos de aprender nosotros mismos a ser mejores pensadores. Nuestra concepción de una persona pensante debe reconocer que no todas las personas pensantes pensaran igual. Tal vez todo lo que podemos esperar es que compartirán el amor por la verdad y una promesa de racionalidad, pero esto ya es mucho, de verdad. Debemos tratar de enseñar a pensar en el más amplio sentido. Los riesgos de no hacerlo así son inaceptables. Y nuestra esperanza debe ser que los estudiantes aprendan más todavía de lo que nosotros sabemos cómo enseñar.
Fuente: ¿Por qué enseñar a pensar? Raymond S. Nickerson (1993)

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