Juan Ramón Lucas, Shakira y una hormiga.

Por • 2 Ene, 2010 • Sección: Música

Vamos a ver como enlazo a estos tres. Los dos primeros es fácil, ya que me voy a referir a la entrevista que Juan Ramón Lucas le hizo a Shakira el 19 de noviembre en el programa «Noches como ésta» (vídeos de la entrevista al final del post). Lo de la hormiga lo veréis más adelante. Antes de empezar, dejar claro que no tengo nada en contra (ni a favor) del señor Lucas (ni de Shakira), lo escucho de vez en cuando en RNE y lo veo, cuando hay un invitado interesante, en «Noches como ésta».

«Sólo diré una cosa y no exagero, es una de las mujeres más importantes de la música de nuestro tiempo. Shakira buenas noches».

Así empieza la entrevista del señor Lucas. ¿Realmente no podía haber sido presentada de otra manera? La más atractiva, la que mejor baila, la que más discos vende, la más pinchada  en las pistas de baile…Pero ¿la mujer más importante de la música de nuestro tiempo? ¡De la Música! Podía haber matizado y decir de la música popular. o latina… Pero ¡de la Música!

Vivimos en una sociedad donde casi todo se está devaluando: la educación, los títulos universitarios, la cultura…y la música. Dijo alguien que antes la música se hacia con notas y ahora cualquier notas hace música. ¿Qué queda si a Shakira le quitamos todo lo que no es música? Le quitamos el atractivo, sus bailes insinuantes, sus estilistas, su promoción…todo lo que pertenece al espectáculo que rodea a la industria discográfica. Porque, por si no nos acordábamos, las música se escucha no se ve.

La música tiene algo mágico y es que la complejidad no va unida a la belleza. Una sencilla composición de Yann Tiersen o Michael Nyman, cuyas obras suelen ser minimalista, puede ser más emotiva que un complejo concierto para piano de Mozart. En muchas ocasiones lo sencillo es más difícil que lo complejo.

La música puede emocionar de distintas maneras: con la melodía, con la voz, con la letra, con el ritmo, etc. La música instrumental, al igual que el libro, que tan sólo nos proporciona símbolos negros sobre papel blanco,  nos suministra la mínima información: sonidos bien encadenados formando maravillosas melodías. Por tanto, es la música que más nos estimula la imaginación. Si le ponemos letra a la música ya estamos guiando la imaginación del que escucha, obligándolo a ir hacia una meta determinada, que piense en un tema específico: amor, desamor, guerra, paz, viajes…La letra de una canción debe acercarse a la poesía aunque las dos tengan estructuras distintas. La poesía es una forma de expresión artística. Un poeta, como cualquier artista, lo que pretende hacer es trasmitir con su arte lo que siente. El poeta con las palabras y el músico con el sonido o con el sonido y las palabras. Si las palabras de una canción están vacías de significado destrozan toda la poesía que pueda tener una letra y nos estimula menos aún la imaginación. Casi todas, por no decir todas, las letras de los que se llaman artistas están vacías de significado y práticamente no usan recursos literarios.

Hay estilos que no se caracterizan por tener letras muy profundas pero es igual, con la voz ya se consigue emocionar y trasmitir. Otros, como el Rock and Roll tampoco son poesía en estado puro, pero su ritmo empuja al cuerpo al baile desenfrenado, en mi opinión como ningún otro estilo lo hace. Si tienes una voz increíble la letra puede quedar en un segundo plano, pero hay que tener una voz increíble: Camarón, Monserrat Caballe, Katie Melua… Si no tienes una voz descomunal, un cantante intentará emocionar con la letra o con su virtuosismo al instrumento (guitarra, piano…). Personas como Sabina o Lapido lo consiguen con sus letras poéticas. Lo mínimo que se le pide a un músico es que emocione, ya sea con sus melodías, con su voz o con su escritura. Lo importante de la música es que te emocione y no sólo que te entretenga (aunque también debe entretener. La música de calidad siempre entretiene). Creo no haberme emocionado nunca escuchando Shakira, Bisbal, Chenoa, Alex Ubago, Andy y Lucas o el Arrebato, por mucho que intenten atraerme con sus videoclip.

Puedes llevar a Shakira a un programa, cómo no, porque es una persona popular, pero no presentarla como la mujer más importante de la música. Dentro de la música englobamos desde Beethoven hasta Estopa. Si no matizamos estamos devaluando la palabra. Me estoy imaginando a cantantes de ópera, violinistas, directores de orquesta y pianistas de Jazz retorciéndose en el sillón de sus casas escuchando esto y pensando, como se suele decir, ¡Me c… en todo lo que he estudiado! Eso si tienen tiempo para ver la tele.

¿Y la hormiga? Con esto quiero comentar algo que suelen hacer todos los periodistas con sus invitados. Hay una pequeña historia que cuenta el Señor Wagensberg, es la siguiente:

Cuando el astronauta Pedro Duque aceptó la propuesta de Wagensberg y se llevó una hormiga preservada en una piedra de ámbar a dar una vuelta por el espacio no sabía que tanto él como la hormiga estaban siendo cómplices, o víctimas, de uno de los juegos matemáticos del perverso, en el sentido literal, científico. Su lúdica y promiscua mente había viajado 30 millones de años atrás, cuando la hormiga paseaba feliz por alguna selva, para plantear una de sus preguntas sorpresa: ¿qué posibilidad tenía entonces la hormiga de llegar a dar una órbita alrededor de la Tierra? La respuesta era cero, pero una vez más este experto en guiños desafió la lógica y demostró que en matemáticas sólo tiene sentido hablar de probabilidad antes de que ocurra el suceso. Una vez que ha ocurrido la probabilidad es máxima, es uno.

Muchos periodistas suelen recurrir al pasado del invitado para argumentar un poco su triunfo, en este caso en el mundo de la música. Comentarios como «Shakira escribía poesía a los cuatro años y su primera canción a los 8 años» ¿Cuántos niños y niñas escriben poesías de pequeños y no llegan a ser poetas o compositores? Por cierto, viendo las letras que compone ahora Shakira habría que leer sus poesías a los cuatro años. Pero si lo asemejamos a la historia de la hormiga, ¿qué probabilidad hay que una niña de cuatro años llegue a ser una superestrella del pop? Si la conocieras a los cuatro años dirías que muy poca o ninguna. Pero una vez que ya es estrella de pop, como la hormiga cuando llegó a la Luna, la probabilidad es máxima, es uno. Que Shakira escribiera poesía de pequeña no es relevante.

Hay estilos musicales más difíciles que otros pero todos pueden emocionar de igual modo. Ahora bien, dentro de cada estilo hay artistas, que no salen en televisión, y los que se hacen llamar así mismos artistas, que sí salen en televisión. Creo que es de recibo que se intente ayudar a los que sí hacen música, aunque Shakira sea más atractiva a la vista, eso nadie lo discute.

Y por cierto, no toda la música es cultura. O, si es cultura, lo es de baja calidad artística. Como bien dijo Miriam Ruiz «no es cultura es entretenimiento«

Por si no lo habéris leído aquí os dejo el fantástico artículo que escribió José Ignacio Lapido sobre la música popular.

Derecho de admisión. José Ignacio Lapido.


Uno intenta ser selecto con la música que se echa al oído. Como en las universidades, con la música pop se impone el numerus clausus: cantidad y calidad controladas. Como los porteros de las iscotecas,
ante un previsible bodrio hay que alegar el consabido «reservado el derecho de admisión». No es por elitismo -o sí-, pero si no se es restrictivo con lo que uno escucha, la música deviene en un sonsonete molesto y sin sentido. Creo haber escrito ya sobre el tema. Por paradójico que pueda parecer, parte de la culpa de la actual devaluación de la música grabada la tiene su perenne y cansina exposición pública. A cualquier hora, doquiera que vas hay música. Montas en un ascensor y suena una musiquilla. Llamas a un taxi y por el teléfono suena una canción de éxito. Te subes en el autobús y te tienes que tragar la selección de Radio Olé, o de Cadena Dial, que no sé qué es peor ¿Acaso no hay conductores de bus rockeros o jazzeros?

Por aberrante que sea ese bombardeo acústico al que nos someten, algo positivo se le puede encontrar: sirve para conocer ese otro mundo melódico que de otra forma yo, por ejemplo, no tendría el placer de degustar. Es ahí, en el trayecto del autobús, en la interminable llamada a teletaxi o en cualquier fugaz visita a una tienda donde me maravillo de la calidad de la música comercial que suena en España. Sí, señor.

EN LA ZAPATERÍA. Ejemplos tomados al azar esta misma semana: entro en una tienda de calzado dispuesto a comprarme los zapatos adecuados para emprender la huida. Misión casi imposible por el volumen brutal con el que mis oídos sufren el nuevo disco de Maná. ¿Por qué sé que son Maná si nunca he comprado un disco suyo? Muy fácil: todas sus canciones son exactamente iguales. Unos llaman a eso «tener estilo propio». Otros, menos condescendientes, lo llaman autoplagio. En fin, lo que me llama la atención de esa audición obligatoria es la parte lírica del tema Labios compartidos, primer single extraído de su nuevo CD Amar es combatir, tautología sólo comparable al famoso «bailar pegados es bailar» de mi admirado Sergio Dalma. Atención a estos versos: «Otra vez mi boca insensata vuelve a caer en tu piel, vuelve a mí tu boca y provoca, vuelvo a caer de tus pechos a tu par de pies». Sorprendente: «mi boca insensata», «tu par de pies»… pero ¿qué broma es esta? Me quedan flotando en la mente un par de preguntas ¿Cómo se mide el grado de sensatez de una boca? ¿Era necesario lo de «par de pies»? Sabemos que los pies, las manos, las orejas y los testículos se venden por pares, ergo se hace innecesario su especificación.

EN EL AUTOBÚS. Como no podía ser de otra forma salgo de la zapatería sin lo que buscaba, pero sí huyendo despavorido. Me subo a un autobús que me lleve a algún lugar silencioso y ¿qué es lo que suena atronador por los bafles de pacotilla? El último éxito del hombre de la felpa y la sonrisa perfecta: El Arrebato. Junto con El Barrio son los dos exponentes máximos de la música comercial andaluza. Esta legislatura de Manuel Chaves se ha caracterizado en lo musical por la recuperación de las más añejas esencias andalusíes. Una simpatía y una vulgaridad a prueba de bombas han convertido a estos artistas en los preferidos de niños y mayores. A lo que íbamos, así canta El Arrebato estos versos dignos de aparecer en cualquier antología de la rima castellana: «Es que la quiero más que ojú, ojú cómo la quiero… Ella me dice ven pa’cá y el camino me lo bebo, pregúntale a los vientos y al pollete de su casa si es verdad que yo la quiero… ojú». ¡¡El pollete de su casa!! Me rindo ante el talento. Y no entiendo cómo le han dado el Premio Nacional de Poesía a Caballero Bonald, ¡estando El Arrebato ahí! Qué injusta es la vida.

EN EL TAXI. Corro raudo en busca de un taxi que me lleve a casa para tomarme un ibuprofeno o algo para el dolor de alma. Subo al vehículo y el buen hombre tiene puesta la radio, una cualquiera, porque en todas ellas suena Fito & Fittipaldis con su nueva canción Por la boca vive el pez. Si hubiese sido un poco más perspicaz habría adivinado que con ese original título podía suceder cualquier cosa. Fito Cabrales canta: «No quiero ver estrella errante, no quiero ver la aurora, quiero mirar a tus ojos del color de la coca cola». Sin comentarios; solamente señalar que el antiguo cantante de Platero y Tú ha conseguido batir marcas de ventas: lleva tres semanas consecutivas en el número uno de la lista, y va a comenzar en breve una gira que se presume multitudinaria. Una reflexión desde la
perplejidad: los cantantes de éxito españoles están empeñados en redefinir el concepto de ripio. Y vive Dios que lo van a conseguir.

EN MI CASA. No termina ahí la cosa. Llego a mi casa como el ejército republicano, «vencido y desarmado», pero aún así consigo darle al «on» del mando a distancia de la tele. En la 2 de Canal Sur ponen
un programa especial de Canal Fiesta Radio, televisado para gozo y disfrute de todos los andaluces de buena voluntad, que presumo que son muchos. Pues bien, exhausto como estoy apenas tengo fuerza de voluntad para cerrar los ojos durante la brillante actuación de Kilo & Shara. ¿Que quiénes son estos? Kiko es el otrora líder carismático de Los Caños, agrupación vocal que ya hizo nuestras delicias hace un par de temporadas. La chica que responde al nombre de Shara es su hermana. Son como unos Pimpinela autonómicos. Más que un dúo son una realidad nacional poblada de yonis y yenis, y en la que el aire huele a esencias de Camela. ¿Qué cantan estos serafines? «Porque muero por tu amor, porque anhelo tu calor. Ámame, hazlo a tu manera pero quiéreme que me desesperas». Repitan conmigo antes de tomarse el valium: anhelo tu calor, anhelo tu calor, anhelo tu calor… ¿no es realmente hermoso?

Entrevista a Shakira en «Noches como ésta»

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  1. Amén

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